quarta-feira, 28 de janeiro de 2015

El secreto de un buen sonido, según Chris Newman




Por Lázaro González González

Chris Newman entró a la escuela de ingeniería de Boston, en 1950 y a los 3 años se hartó de la educación, porque le parecía muy aburrida. Se fue a Nueva York y, para no depender de sus padres vendió cupones en un supermercado, fue mecanógrafo, y hasta limpió pisos en un estudio de grabación.
Allí, tenía la esperanza de que lo enseñaran a trabajar con el sonido; pues, si algo descubrió durante los casi veinte años que había vivido, era que le gustaba la idea de trabajar en los grandes estudios de música de la “Gran Manzana”.
En aquel tiempo, el sonidista de Amadeus, El paciente inglés, El exorcista, El padrino, El silencio de los corderos, y muchos otras películas imprescindibles para la historia del cine norteamericano, solo intentaba sobrevivir en medio del ajetreo neoyorquino y aprender lo que pudiera, de manera autodidacta.

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